Epigrafe

Blog creado para compartir experiencias de viajes, comentarios y otras situaciones vividas por el deseo de viajar

jueves, 27 de noviembre de 2014

Ex villa veraniega "Lago Epecuén"

06 de noviembre de 2014.-


Dime prado sin flores,
¿qué ha pasado en tu suelo,
que no tiene colores
mariposas ni amores
y que todo se ha muerto?
...nos decía alguna vez en una de sus maravillosas poesías, el poeta pampeano Alberto Cortez; y a mi se me ocurre pensar que sería la única forma que con mucha nostalgia -y mucho mas dolor- cualquiera que alguna vez disfrutó del calor del verano en sus saladas aguas, utilizaría al ver las imagenes de la otrora villa veraniega de los años ´70 y ´80.
Actualmente, y como un último tributo de la villa hacia el erario de Caruhé, a los curiosos como uno -que no deben ser pocos- se les cobra una pequeña entrada y se informa de algunos notables detalles que atrapan la imaginación de quién llega hasta las puertas de ingreso a las ruinas.
Quizá al llegar hasta este portal, muchos émulos de Casaubon de la novela "El Péndulo de Foucault", hayan iniciado una narración en forma retrospectiva, siempre recordando ese pasado, ahora, ya muy lejano. La verdad es que las ruinas hacen imaginar cuanta nostalgia puede sentir cualquiera que años atrás haya pasado por estos lugares en su mayor momento de esplendor.
Y sin mucho esfuerzo, uno repite en voz alta, alguna de las muchas palabras que los grandes poetas han escrito sobre una imagen de desolación, como las que ahora vienen a mi memoria: "Miro el llano extasiado y recojo su duelo, que viene para ver sus paisajes mortales."
En este paisaje desolador y sorprendente, uno no puede menos que remontarse a esos momentos pasados, entonces, sin desearlo demasiado -o si- comienza un juego mental en donde se contrastan esas imagenes retenidas en nuestra mente y estos nuevos "espacios", ya destruidos por el agua y el tiempo.
Tratando de plasmar este juego mental he querido hacer un collage entre estas imagenes que iba obteniendo con mi cámara fotográfica, con algunas "viejas" imagenes obtenidas en internet, (las que representan aquellos recuerdos de los que hablo), tratando de que se entienda mejor esto que trato de expresar:





Claramente, cada imagen parece que nos va contando la historia a través de breves pantallasos, pertenecientes cada uno de ellos a diferentes momentos de la cronología. Las ruinas funcionan así como ventanas que se abren hacia el pasado, y en él podemos transportarnos en distintos planos "urbanos" que van sucediéndose y superponiéndose hasta lograr una imagen casi real de un espacio arrasado.

Múltiples son las voces que debieron alzarse en aquellos momentos de esplendor, y ellas serán las que reivindiquen las huellas de un tiempo que durante años les ha sido negado (mientras el agua cubrió todo), y que resulta necesario para encontrar el origen de esta tragedia. Algunas de esas voces recurrentes evocaran fragmentos de un tiempo solapado y -quizá- adquieran su verdadero significado cuando sean rescatadas a través de los recuerdos, (o de la razón) y sean contempladas desde otra perspectiva. 



"Como todas las drogas, viajar requiere un aumento constante de las dosis". John Dos Passos

lunes, 29 de septiembre de 2014

Sierras Bayas

27 de septiembre de 2014.-

Puedo asegurar que al sentirme viajando cualquier cosa me resulta bella y la belleza -como siempre- me conmueve; quizá pueda ser grato imaginar que viajar es un privilegio y que parte de ese privilegio es, desde luego, compartir un cafecito con el amigo de ruta, en un buen servicentro. La excusa es "el café", pero tambien es bueno reconocer que nuestros huesos mucho lo agradecen en cada una de estas paradas..."Yo nunca voy a decir ya no puedo mentirle al destino, sé que no quiero sufrir, por mas que la amemos, (y el asiento cansa), y tengo todo un despues vacío"...podría ser la prosa adecuada para ese "alto" en el camino, si es que puedo parafrasear las musas de "La vela puerca".
Bueno, realizar este viaje se hacía necesario ya que justificaba una "vueltita" y el deseo de conocer algo de las caleras de Sierras Bayas (Olavarria) y esto dió pie a esta escapada y puedo afirmar que la singularidad de estas excavaciones me impactó.
Ni bien cruzamos la línea de acceso a la localidad, la "vista" nos desplegó el paisaje de los cerros y sus piedras desnudas, que rodeaban hasta lo que nuestra mirada alcanzaba.

Hicimos una primera caminata por una pequeña senda de ascenso y ahí comenzamos a captar en fotos esas imágenes. Era media mañana y una bandada de pájaros cruzó el cielo límpido y azul. Pronto bajamos del pequeño cerro al que habíamos ascendido y nos adentramos en la localidad para poder acceder a las excavaciones de las caleras .



Un recorrido por algunos de estos lugares espectaculares resalta en una larga lista de lugares que dejen huella en nuestra retina. Estos espacios simplemente invitan a sentarse a pensar en la fuerza y la magnificencia de la creación de este planeta. El resultado final ha sido -francamente- espectacular.

Logicamente, el hombre ha transformado y sigue modificando estos paisajes. La industria de la minería da vida a la ciudad y transforma los logros de la creación. Los "ojos de agua" se tornan impactantes en la inmensidad de la excavación; y es -precisamente- lo que ha transformado ese paisaje de sierras y piedras desnudas.
 

La -ahora- desnudez de los cerros -que a fuerza de dinamitas han entregado al hombre sus tesoros escondidos - parecen querer seguir cautivando a los circunstanciales visitantes. Una cantera aquí, otra mas allá y un camino largo que baja, diría el trovador norteño, que, si bien se inspiró con otros cerros y montañas, seguramente estos lo hubieran impresionado igual.
En el costado del hueco en donde la piedra es triturada, el sonido de la acción de las "muelas" quebrantadoras es impactante, aunque lo parece ser mayor dada la inmensidad de todo su entorno.

Hacia media tarde, el paseo llegaba al final, y el regreso se imponía, aunque el itinerario podría haberse ampliado por otras de las muchas caleras a "cielo abierto" que abarcan todo el paisaje circundante de esta pequeña localidad bonaerense. La ruta 226 pronto se volvió a mostrarse amplia y acogedora; su trazado -por demás memorizado- comenzó a desandarse bajo el lento rodar de nuestras cubiertas. Nuevamente el asfalto corría bajo nuestros pies.
La falta de prisa y las pocas ganas de volver nos indujo a -prontamente- hacer un alto para charlar un poco mas y dilatar la hora de llegada a Bolivar.


"Como todas las drogas, viajar requiere un aumento constante de las dosis". 
John Dos Passos